Artículo
El crecimiento requiere cambios institucionales
Pablo T.
Spiller
Catedrático, Universidad de California, Berkeley, y LECG LLC
La
semana pasada se cerró en Montevideo el Congreso Latinoamericano de Economistas
con participación de más de 300 economistas. La recesión argentina fue "el
tópicoö, en donde la falta de entendimiento de la problemática argentina fue el
único común denominador. En una serie de trabajos con Mariano Tommasi y
colaboradores del CEDI, hemos adelantado la tesis de que el problema fundamental
de la Argentina no es tanto económico como institucional. El Federalismo
Argentino como lo conocemos probablemente haya concluido su etapa. La evolución
histórica degeneró al Federalismo Argentino en un Federalismo anticompetitivo.
La relación simbiótica entre gobierno central y gobernadores, por la cual el
gobierno central depende de los gobernadores para llevar a cabo su agenda
legislativa, mientras que los gobernadores dependen del centro para poder
cumplir con sus obligaciones financieras, se ha transformado en el impedimento
más fuerte para la realización de ajustes y reformas económicas. Es por ello
fundamental romper esta relación para poder otorgar la flexibilidad y la
credibilidad necesaria para que la Argentina vuelva a crecer.
Esta relación
simbiótica se basa en leyes electorales que otorgan a los líderes políticos
provinciales el poder de determinar los candidatos para la próxima legislatura
nacional. Dado que el gobernador es tradicionalmente el líder provincial de su
partido, los gobernadores controlan la legislatura nacional al controlar la
forma en que sus legisladores votan. La falta de lealtad al líder partidario
provincial le asegura al legislador la diáspora política. Esto hace que el
Presidente tenga poca influencia sobre cada legislador individual. El distrito
de cada legislador es la provincia en general, y en la provincia se vota por
partido, no por legislador. Por lo tanto, si un presidente desea obtener el voto
de un legislador, lo tiene que "comprarö a un gobernador, el cual le "vendeö no
sólo uno sino toda su bancada. Este efecto tiene dos consecuencias muy
importantes. Primero, el Presidente no puede jugar un legislador contra el otro,
pues los gobernadores coordinan los votos de sus representantes. Segundo, los
gobernadores de las provincias grandes pueden bloquear proyectos legislativos
con los que no estén satisfechos. Si los legisladores tuviesen que coordinar
individualmente entre ellos, tal nivel de cohesión sería casi imposible de
implementar. Todo proyecto legislativo requiere, por lo tanto, ofrecer
incentivos financieros a los gobernadores de las provincias grandes. Tercero,
los gobernadores de las provincias pequeñas también pueden coordinar fácilmente
sus posiciones, nuevamente generado un grupo cohesivo al cual el Presidente
tendrá que "comprarö para poder pasar su agenda legislativa. Esto implica que
toda agenda política nacional tendrá necesariamente un componente muy importante
de transferencias fiscales a las provincias.
Estas transferencias son la
razón por la que la convertibilidad fue introducida en primer lugar, y la razón
por la que el país se encuentra hoy atascado en una recesión de expectativas
negativas. Dado el poder de los gobernadores sobre sus legisladores, y por ende
el poder sobre la agenda política del Presidente, el ajuste fiscal ha sido
sistemáticamente evadido por las provincias, implicando ajustes cada vez más
fuertes para el gobierno central, ajustes que son a su vez bloqueados por la
cúpula sindical.
El camino de salida, por lo tanto, requiere un nuevo enfoque
al Federalismo Argentino. Un federalismo competitivo, basado en la
responsabilidad de las provincias por sus propias cuentas. Tal responsabilidad
será posible implementarla sólo si los gobernadores pierden el poder que tienen
sobre la legislatura nacional. Para ello es fundamental implementar un sistema
electoral basado en distritos unipersonales con primarias abiertas. Tal sistema
electoral no sólo romperá la relación simbiótica gobernadores/centro, sino que
creará por primera vez en la historia nacional un Congreso profesional, no como
hasta ahora donde los legisladores se quedan en promedio un solo período; un
Congreso que podrá ser el eje de la actividad política nacional, otorgando un
ancla a los vaivenes políticos del país.
El presidente De la Rúa tiene hoy
la oportunidad de implementar tal sistema. El voto protesta le ha dado un
mandato muy claro: reformar la política. Esta sólo podrá ser llevada a cabo si
se reduce el poder político de los gobernadores. Para ello De la Rúa debe
convocar a un plebiscito popular en el que se plantee muy simplemente si los
votantes apoyan o no la reforma electoral propuesta. Una vez obtenido el apoyo
popular, se deberá requerir que la legislatura nacional apruebe dicha ley. Sin
ese cambio, la Argentina no saldrá de sus ciclos de crisis.
DIA30
MES10 ANO2001 20011030 ANO01